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Marrakech, una ciudad muy romántica
Hoy no es San Valentín y afortunadamente no estamos expuestos a los flechazos comerciales del amor, pasteles en forma de corazón, packs de belleza en pareja y bla bla bla. Pero si se tiene que celebrar, lo celebramos y en paz.
Os hablaré de lo que es para mí un día romántico. Es estar en una una ciudad, con rincones íntimos, locales encantadores, que tiene buenas puestas de sol y un ambiente mágico. Los que estéis de acuerdo en que esto puede definir una ciudad romántica, pues entonces Marrakech es la reina de las ciudades románticas.
No hay nada más romántico que una puesta de sol en cualquier terraza de la Plaza Jemaa el Fna viendo como el naranja del sol antes de su desaparición ilumina la Mezquita de la Koutubia y toda la zona sur de la Medina. No hay nada más sensual que un masaje en pareja en una Hammam con su ambiente medio-oscuro, sus majases de manos expertas y sus bañeras con pétalos de rosas. Y no es romántica una cena exquisita, con un refinado espectáculo de danza del vientre, acompañado de miles de velas encendidas y música en directo? No hay nada más excitante que un paseo nocturno por la Medina cogido de la mano de la persona que amas.
Creo que Marrakech es romántica y sensual. Decoración marroquí, aroma de té a la menta, terraza con vistas, cenas íntimas y habitaciones acogedoras. Una escapada a Riad Shukran puede animar relaciones o, simplemente, hacer crecer la llama del amor.
Plaza de Jamaa El Fna
La Plaza de Jamaa el Fna es la plaza central de Marrakech y el lugar más importante de la Medina. En ella se desarrolla la vida pública de Marrakech, tanto de día como de noche. Lo mejor de la Plaza de Jamaa el Fna es la transformación que va sufriendo en el transcurso del día. El contraste de visitarla al amanecer, casi desierta, y al atardecer con un gentío ensordecedor, no tiene precio. La Plaza de Jamaa el Fna se vive paseándola y admirándola desde las terrazas que la rodean. Hay que vivirla a pie de calle, mezclándote entre los transeúntes, o bien desde una de sus azoteas. Esta plaza no deja indiferente a nadie y aunque para algunas personas puede llegar a ser agobiante por su bullicio, el ambiente que allí se respira es el más intenso e impresionante que conozco. Durante el día encontraréis muchas cosas que os llamarán la atención: desde domadores de monos que se te subirán encima hasta encantadores de serpientes, pasando por dentistas exponiendo sus últimas piezas o tatuadoras de henna. Uno de sus encantos son los carromatos que venden zumo de naranja recién exprimido a 4 dirhams (ni 40 céntimos de euro), que por cierto sientan de maravilla. Por la noche, según atardece, la plaza cambia totalmente. Al caer la noche desaparecen los tenderetes de la mañana y se llena de puestos de comida donde poder cenar, músicos improvisados y espectáculos de diferente índole. Si os atrevéis a cenar en los puestos de la plaza, hay que decir que la comida no está nada mal y los precios son bastante económicos. Muchos turistas son reacios a ellos, porque las medidas de higiene pueden ser dudosas. Se suelen ver más marroquíes que extranjeros, pero nosotros no tenemos miedo y bajamos cada anochecer a degustar su gastronomía. Bueno, mejor dicho, vamos siempre al nº 100 de nuestro amigo Adil. Ya le tenemos el punto y el precio cogido y pasamos un buen rato mientras nos cuenta sus historias para no dormir. En definitiva, un viaje a Marrakech sólo para estar 2 o 3 noches saboreando la Plaza y sus alrededores ya es un acierto de viaje. Y si lo acompañáis de un masaje con Hammam y una buena negociación en vuestras compras el éxito está asegurado.

12Jul
Cous Cous, la esencia de Marruecos en tu plato
Alcuzcuz es el nombre original del Cous Cous, el producto principal del Norte de Africa y está considerado el Plato Nacional de Marruecos. Se elabora a base de sémola de trigo duro y blando, triturado y mezclado, elaborado tradicionalmente con las manos sobre un cernidor con un poco de agua y dejado secar al sol. Es un grano muy pequeño que se cocina al vapor, para darle la humedad necesaria. Su origen es muy antiguo, se remonta a cuando los árabes conquistaron la península Ibérica y llevaron consigo la tradición del Cous Cous. Su popularidad se difundió rápidamente y su actual expansión por el mundo es tambien debido a la influencia francesa y a la cocina de fusión.
Pero lo realmente sorprendente es toda la historia cultural que gira alrededor de este tradicional y exquisito plato. La tradición árabe dicta que el Cous Cous es el alimento principal de los viernes y son las mujeres las que lo elaboran. A primera hora de la mañana se dirigen al mercado, para comprar los productos más frescos. Regatean la compra hasta que el precio es aceptado por la dos partes. Cuando llegan a casa se reunen alrededor de la cocina para empezar la minuciosa elaboración. Este plato tradicional bereber requiere un tiempo de preparación bastante largo, en el que se prohibe hablar de cosas negativas, sólo deben tratarse cuestiones religiosas, de prosperidad y buenas intenciones.
Una vez finalizado el proceso de elaboración se disfruta comiendo con las manos, alrededor de una mesa en compañía de la familia. Así es como yo disfruté de este delicioso plato marroquí, cenando en Riad Shukran, junto a la luz de las velas y en buena compañía. El Cous Cous, en realidad, está considerado un alimento cultural. Es el alimento ideal para las caravanas de los pueblos nómadas, económico, nutritivo y de larga conservación. También es el plato principal en las fiestas, ceremonias, y es el encargado de cerrar el final del Ramadán.
Un manjar cargado de identidad, amor y bendición divina.

25Jun
Secretos para comprar una alfombra
Puede ser que la compra por excelencia en Marruecos sea la alfombra.Tradicionalmente han sido confeccionada por mujeres y en el mundo rural casi todas saben tejer. Muchas dedican gran parte del tiempo “libre” a tejer, sobre todo en invierno cuando el frío obliga a ralentizar el ritmo de vida. La cultura de la alfombra está muy interiorizada. No sólo sirven para cubrir el suelo de los hogares y disfrutarlas, si en algún momento pasan dificultades económicas ( malas cosechas, desperfectos en las viviendas,etc.) las llevan a la Medina para convertirlas en dinero. En definitiva, la confección de alfombras es un apoyo de la economía familiar. En Marruecos se mezclan diferentes culturas, diferentes formas de vida, y cada una de ellas teje las alfombras con colores,texturas y técnicas distintas. Hay también alfombras urbanas que son muy diferentes a las rurales. Las alfombras urbanas son de mayor dimensión, colores más intensos y los bordes son motivos geométricos. Sin embargo, las alfombras rurales pueden ser de diferentes colores dependiendo de la zona; más claras , tupidas y con largos hilos de lana en el Atlas Medio, mientras que en el Sur son más vivas de color. Pero , ¿qué pasa si queremos comprar una alfombra? Los marroquíes creen que todo turista debe volver a casa con una alfombra. Todo aquel que trabaja en el sector turístico tiene un “primo” que vende alfombras bien de precio, y seguro que acabaremos tomando un té en su taller. Yo particularmente, no sé distinguir si una alfombra es buena o mala. Solo sé si la alfombra me gusta o no me gusta y, ante la duda, siempre he preferido no comprarla. Los trucos para comprar alfombras són fáciles de explicar, pero ponerlos en práctica ya es diferente:
- Hay que mirar si los bordes están rectos
- Rascar con las uñas para ver si los nudos están bien apretados
- Arrancar un trozo de lana del reverso y quemarlo. Si no prende y huele a cordero asado es que es lana natural.
Si estos consejos no son suficientes (cosa lógica ya que no lo son para mí), la solución es comprar una alfombra que haya pasado el control del Ministerio de Artesanía, que garantiza su origen y calidad. De todos modos, os contaré un secreto. Nosotros hemos comprado muchas alfombras para nuestra casa y para el Riad Shukran, pero al final hemos optado por dejarlo en manos de Abdelfatah. Le damos las medidas exactas que queremos y le decimos qué colores queremos que predominen. El las busca y nos las trae a casa y allí las miramos una y mil veces. Si nos gustan, él nos aconseja qué precio debemos conseguir y es entonces cuando empezamos el regateo en la tienda. De esta forma, ahorramos tiempo y ya nos sirve de base para comprar en otro taller si no nos ponemos de acuerdo. Preguntadle a él cuando vengais a Riad Shukran. Seguro que os dará el mejor consejo.

27Feb
Viajar a Marrakech durante el Ramadán
Muchas veces me pregunto si volvería a Marrakech durante el período del Ramadán. Sobre todo si el período de ayuno coincide con el calor del verano. La verdad es que no tengo una respuesta clara.
Yo gestiono el período del Ramadán como puedo. No soy musulmán y no tengo ninguna obligación de ayunar, pero sí que intento aceptar y respetar a los demás y por ello procuro no beber y comer delante de los marroquíes que siguen la tradición. Bebo agua cuando entiendo que no me mira nadie. No estoy haciendo nada incorrecto, pero comprendo que el esfuerzo que ellos realizan para respetar el ayuno en pleno verano es muy grande y vernos a nosotros beber puede generarles cierta ansiedad. Ellos niegan que les moleste que los turistas bebamos o estemos en las terrazas tomando algo, pero creo que lo hacen por cortesía.
La vida cotidiana en período de Ramadán cambia. Hay muchos bares y restaurantes cerrados al mediodía. Es normal si entendemos que ellos no comen ni beben hasta la señal del fin del ayuno diario. Sin embargo, quedan abiertos los que están claramente dirigidos a los turistas.
A medida que va pasando el día el ambiente es más tranquilo, la pesadez se instala en toda la ciudad. Es una sensación ambigua de pesadez y relajación. No pretendas hacer grandes compras, ni tener una agenda demasiado extensa, todo seguirá un curso lento. Y así debe ser.
Cuando faltan pocos minutos para la señal del fin del ayuno, los coches y las motos vuelan literalmente por las calles. Todos, todos corren hacia sus casas, a los bares, con los amigos, con la familia.
La sirena que indica la ruptura del ayuno es el principio de la noche mágica en Marrakech. Empiezan bebiendo un vaso de agua, zumos de naranja y preparan el estómago para la comida sólida. Unos dátiles sirven de aperitivo antes de acudir a la Mezquita para la oración “Al Maghrib”. Finalizada la oración, se reúnen en familia para comer en una mesa que ofrecerá de todo. Las mujeres han cocinado durante toda la tarde para ofrecer a su familia todo lo que puedan permitirse.
Ya con el estómago en condiciones, todo el mundo sale a la calle. Y entonces la magia de Marrakech se desborda por toda la ciudad. Los cafés en ebullición, las terrazas, las heladerías con las copas de helado más grandes que hayas visto y las tiendas seguirán abiertas hasta después de irte a dormir. Si el fresco de la noche acompaña, las noches de Ramadán en Marrakech son únicas. Todo el mundo sonríe, todo el mundo está realmente feliz y la noche se alarga más de lo habitual.
Después de tantos años viajando a Marrakech, sigo sin tener claro si el Ramadán es una buena época para visitar la ciudad. Sólo puedo decir que el viaje es diferente, ni mejor ni peor, pero os aseguro que no os defraudará.
Agustín Bustillo
El arte de regatear
Marrakech es un espectáculo a todas horas. Siempre se ha dicho que es una ciudad muy fotogénica y es cierto: en cualquier rincón puedes encontrarte con imágenes a las que estamos muy poco acostumbrados en el mundo occidental. Tampoco el tiempo pasa de la misma manera que en Europa. Comprar cualquier producto en la Medina puede llevar más de una hora entre que lo eliges y negocias el precio con el vendedor. Y el arte del regateo no es fácil.
Mónica es una experta en regatear. Verla en acción es un gran aprendizaje, aunque a los demás nos resulta difícil aplicar sus técnicas. Diez años visitando Marrakech dan para mucha experiencia. Uno de los trucos que utiliza es hablarles a los vendedores a su mismo nivel, algo que, ya de entrada, les descoloca: no están acostumbrados a que una mujer les hable así. “Hola Amigo” es la primera frase que les suelta y justo después: “cuánto por esto?“. A veces ellos quieren medir a la compradora que tienen delante: “Cuanto quieres pagar?“. Es arriesgado contestar a esa pregunta, porque ya les regalas una baza. Hay que esperar que digan ellos y es entonces cuando sale la Mónica-actriz: “Quéee?” No amigo, no, muy caro” y les ofrece una cantidad totalmente irrisoria. De 600 dirhams puede bajar a 100 dirhams. En ese momento el acompañante ya sabe que la negociación va para largo. Al final se quedará en 300 y un pequeño regalo de más, pero por el camino ella hará dos amagos de marcharse y, a veces, tendrá que soportar los gritos del vendedor. Ella no se arredra y grita más que él. Lo que os digo: todo un espectaculo y la gran prueba de fuego para la paciencia de un occidental.
Si vais a estar pocos días en Marrakech podeis probar, pero ya os advierto que no es fácil. Yo acompañé a Mónica durante dos días y al tercero quise intentarlo con un libro. Al ver que no conseguía la rebaja que quería, hice el amago de marcharme y mientras salía de la tienda todavía tuve tiempo de ver a la vendedora guardando tranquilamente el libro en la estantería. Resultado: me volví a casa sin él. De hecho, casi no compré nada durante mi viaje. Bueno, sí, unas botellas de aceite de Argán por las que no pude regatear ni un céntimo, pues estaba en una farmacia, y me aseguraron que allí no se regateaba.
Pero lo más difícil es saber cual es el precio justo. Seguramente el que te piden ya lo es, pero generalmente es un precio muy parecido al que pagarías en Europa por el mismo producto. Si estás dispuesto a pagarlo, adelante, no pierdes nada con intentar el regateo. Si consigues una rebaja del 20% seguramente ya te marcharás contento, pero tienes que saber que Mónica suele conseguir comprar los productos a la mitad de lo que le piden, aunque no siempre. Cuando tiene prisa, o mucho interés, el regateo dura menos, y la rebaja no supera el 20%. Por ejemplo, los cojines que veis en las fotos de la terraza de Riad Shukran costaron dos días de regateo: ella se fue y volvió al día siguiente, y pagó más de lo que tenía previsto. Casi no hacemos las fotos!
Es uno de los retos a los que os enfrentareis en vuestro viaje a Marrakech. Toda una aventura que puede resultar muy divertida o muy frustrante. Si seguís nuestro blog, os iremos explicando más sobre las compras en Marrakech.
Eva Gabarrós

01Feb
Marrakech, la ciudad de los sentidos
Viajar a Marrakech es una experiencia sensorial fascinante. Los colores, sabores y aromas que desprende esta ciudad al pie del Atlas te acompañaran desde el momento que aterrizas en el aeropuerto y hasta semanas despues de volver. Es una ciudad ideal para una escapada de tres o cuatro noches. Dedicada a descubrir los múltiples encantos que nos ofrece “la tierra de Dios”, que es lo que significa en árabe. Rebosante de exotismo, intensidad y tradiciones, su visita no te deja indiferente.
Marrakech es mi ciudad favorita y me gustaría explicaros cómo la descubrí, cómo me sedujo y porqué me enamoró. Y ya que estamos, orientaros en algunas recomendaciones y experiencias, en el caso que os seduzca el visitarla.
A menudo cierro los ojos y rememoro la primera vez que ví Marrakech. Aquel primer flechazo nació en el momento en que se abrieron las puertas del avión y lentamente fue colándose una agradable brisa primaveral impregnada de un intenso aroma que después entendí que es único y característico de esta ciudad. Nos alojamos en un precioso riad dentro de la Medina. Una pequeña joya palaciega con sabor a especias y decorada con un gusto exquisito, que nos recordó el cuento de las mil y una noches. Una experiencia que no hay que perderse.
A partir de aquí, hay que dejarse llevar. Es entonces cuando la ciudad se convierte en un pequeño milagro. La ciudad roja pretende seducirte y te pide que te entregues. Disfrútala, despréndete del reloj, abandona el mapa y lánzate a descubrir su magia recorriendo sus calles laberínticas.
La Medina te hará viajar al pasado unos 500 años. Te sentirás caminando por un paraje antiguo, salpicado de calles donde los burros transitan, las bicicletas pasan rozándote el brazo, donde las mujeres con sus djeelabas coloreadas llevan su pan a hornear, donde los niños juegan por todos los rincones, los gatos corren a tu alrededor, donde los artesanos trabajan el cuero, el hierro, los tejidos, las alfombras. Todo se brinda ante los ojos, como un rico y fascinate mosaico de colores, ruidos y olores rebosando vida. Una vida ausente de tristeza, pletórica de tonalidades y pasión.
Sin embargo, si tu espíritu embriagado ante tanto contraste y novedad decide relajarse, siéntate en alguna terraza, pide un té a la menta, y deja que el tiempo transcurra convirtiéndote en un espectador pasivo y contemplativo, escucha al muezzin llamando a la oración, observa a los hombres que se dirigen a la mezquita con sus alfombras al hombro. Abandónate a tus cinco sentidos y déjate embrujar con sus cantos.
Pero la imagen de Marrakech…es su plaza. La plaza Jema El Fna. Una imagen vale más que mil palabras, y esa sin duda, es la plaza. La mítica plaza medieval, cuyo nombre significa “lugar de los ejecutados”, fue declarada Patrimonio Oral de la Humanidad por la Unesco, en el año 2001. Rebosa actividad desde la mañana hasta la noche, pero es al caer la tarde cuando la plaza se viste de gala. A ella acuden escribanos, pintores, músicos, bailarines, encantadores de serpientes, domadores de monos, pitonisas, tatuadoras de henna y vendedores de zumos de naranja (por cierto, los más sabrosos que jamás hayas probado). La plaza siempre está llena de buscavidas, de gente que va y que viene, de gente que se detiene…. Es un lugar para descubrir, explorar y sentir la magia que envuelve este punto de encuentro, de partida y de despedida. Su magnetismo hace que acabes en ella cada noche.
Marrakech enamora sólo a quien tiene capacidad para mirarla con amplitud y desde el corazón. No es una ciudad normal, no es una ciudad fácil, porque no es una ciudad previsible, es una ciudad que vibra porque está viva, porque no permite ser dominada, es orgullosa y quien entienda su alma y la mire a los ojos, quien penetre en su esencia, no podrá mantenerse alejada mucho tiempo de ella.
Bienvenidos a la Ciudad de los Sentidos.
Mónica Torres